viernes, diciembre 31, 2010

Orlando Mazeyra publicó, con respecto a lo que digo en la entrada anterior, un comentario que se puede leer aquí.

Esto me da pie a hacer algunas aclaraciones necesarias:

No despotrico contra los premios a la creación cultural. Estos son dados por entidades que implican cada una, una serie de criterios de valoración, y sirven de guía para la formación cultural del espectador, porque ejercen crítica; entidades que no pueden, ninguna de ellas, suponerse exentas de arbitrariedad.

Lo que denuncio, más bien, es la imposición mediática y mercantil (lo que para el caso viene a ser lo mismo) de una de estas entidades sobre las demás. Esto implica el imperio de determinados valores estéticos, una homogenización del criterio de las masas bajo un solo patrón. Todo lo cual tiene causas sociales que van nás allá de lo que concierne al arte y la crítica en sí.

Me parece grandioso que "Contracorriente" vaya a ser vista por millones de personas pero lamento al mismo tiempo que esto sea posible debido al Óscar y a Hollywood, la industria cinematográfica que con constituye las bases del Óscar y que exporta en masa un cine impersonal artísticamente hablando; entidades gracias a las cuales películas como "Paraíso", "Octubre" y "Días de Santiago" se tendrán que quedar con las audiencias escasas que tuvieron: cinco personas en la sala cuando vi "Días de Santiago"; ocho cuando vi "Paraíso" pero una cola interminable para entrar a la sala donde se proyectaba "Iron Man". No digo que esta última sea mala porque no la vi, pero lamento que exista esta desigualdad atroz en la llegada al público que tienen unas y otras.

La ley de Cine que se está formulando en nuestro país, tiene, o debiera tener, como objetivo principal, establecer mecanismos que permitan combatir la desigual competencia y corregir este desbalance en la llegada de la creación cultural al público; para que -como decía Gandhi- todas las culturas del mundo soplen sobre nuestra casa y entren por nuestras ventanas abiertas, pero negándonos a ser barridos por ninguna de ellas.

Aprovecho este comentario de Orlando para pedir que no se reste importancia al problema social que fue el tema principal del texto de la entrada anterior: la escasa autoestima nacional que buscamos compensar con la valoración que hacen de nosotros las entidades imperantes, con criterios estéticos que no necesariamente provienen de la confluencia de una diversidad de identidades culturales.

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